Teniendo en cuenta que, aunque con cierta sorna suelo decir que en Zarautz “vivo detrás de primera línea de playa” (y no miento, ya que detrás de la primera están todas las demás incluida la mía, je, je, je!), en realidad mi casa está a más de medio kilómetro en línea recta de la orilla del mar…
Teniendo en cuenta que las ventanas de mi casa son de aluminio con doble capa de cristal con aislamiento térmico e insonorización, y que además bajamos la persiana por la noche para dormir…
Teniendo en cuenta que padezco de acúfenos, por lo que en todo momento oigo un zumbido contínuo de fondo, incluso en el silencio más absoluto…
Bueno, pues teniendo en cuenta todas esas cosas, yo no debería oir el ruido del mar desde mi casa. Pero lo oigo.
En ocasiones, por la noche, cuando según decimos por aquí “hay mala mar”, “hay olas” u “hoy está fuerte”, yo oigo el ruido de las olas al romper en la playa desde mi casa. Es una especie de rumor sordo, monótono, un sonido ronroneante que me suele ayudar a dormir.
El sonido del Cantábrico, del mar en su bravura, del poderío de las olas al romper contra la costa, algo que los de tierra adentro no pueden siquiera imaginar, pero que para los que vivimos al lado del mar no es más que un mero recordatorio de que esta ahí.
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