Ya he
comentado en alguna otra ocasión como hay comportamientos humanos que hacen que
me altere y me saquen de quicio (ver por ejemplo: contaminación del paisaje).
De
verdad que no entiendo cómo puede haber individuos a los que les de igual donde
dejar su impronta, bien sea por medio de sprays, rotuladores o lo que se les
tercie pero que pinte, con tal de poner su firma o su huella. Y más si esto lo
realizan sobre monumentos y bienes culturales de toda la Humanidad.
Creo
que deben que tener un serio problema mental de afirmación de identidad, que
les impulsa a autoidentificarse, aunque en realidad no haya nadie que los
reconozca, pero en fin… El resultado final es que nos podemos encontrar con
pseudo firmas, pintadas, frases y grafismos que sólo tienen sentido para el que las ha
realizado, aunque, eso sí, nos hayan fastidiado a los demás con su realización
(aquí en Zarautz tenemos algún ejemplo vívido de ello (ver foto inferior).
O sea
que esta semana, cuando he visto un artículo en el que se comentaba la
expulsión de cuatro turistas de Cusco (Perú) por realizar graffitis en un muro
del centro histórico de la localidad, la sonrisa me ha aflorado a la cara y he
pensado: “¡A ver si cunde el ejemplo!”.
La
verdad es que estos turistas han tenido suerte porque la jueza ha interpretado
que las pintadas no habían afectado gravemente al patrimonio cultural, aunque
produjeron un impacto visual, por lo que les condenó a limpiar lo que habían
ensuciado antes de ser expulsados del país y con la prohibición de entrada al
mismo durante quince años.
Cusco (Perú) Pintada y limpieza de la misma por los infractores por orden de la jueza.
Y digo
suerte porque, en Perú, se puede sancionar hasta con ocho años de cárcel a
quien atente o dañe el patrimonio cultural o histórico del país. Es decir que
si hubiesen llegado a realizar sus graffitis en las murallas incas de Cusco, y
no en una pared del centro -como es el caso-, es posible que estos turistas
hubiesen acabado en prisión.
Seguro que aquí no pasaría lo mismo y los infractores se irían de rositas.
Claro ejemplo de problema mental de autoafirmación del autor de la pintada.