Estos
meses de invierno, a pesar de la contaminación lumínica que padecemos, cuando
las nubes nos lo permiten, podemos ver en el cielo nocturno la constelación de
Orión, también conocida como “el cazador”.
Es una de las pocas que sé
distinguir, principalmente por su característico “cinturón”: tres estrellas muy
juntas y alineadas en línea recta; a partir de ellas, extendiéndose, un
cuadrilátero formado por cuatro estrellas entre las que se encuentra una de las
más brillantes del cielo nocturno en el hemisferio norte: la supergigante roja Betelgeuse; en el extremo opuesto Rigel, una supergigante azul también
muy brillante.
Justo debajo del cinturón se encuentra la galaxia de Orión, que es la que da nombre a la constelación.
Justo debajo del cinturón se encuentra la galaxia de Orión, que es la que da nombre a la constelación.
La
constelación en sí cuenta con otras varias estrellas que la conforman, pero desde
donde yo la veo, en Zarautz, son más difíciles de observar por ser de menor
brillo y quedar tapadas por la contaminación lumínica.