Los que
vivimos en un pueblo costero estamos acostumbrados a ver en la playa todo tipo
de restos que el mar arroja en su orilla.
Y cuando digo de todo, es que suele haber “de todo”; cosas verdaderamente increíbles que hacen que muchas veces alucines en colores ante lo que se encuentra en la arena, pero de eso hablaremos en otro momento.
Y cuando digo de todo, es que suele haber “de todo”; cosas verdaderamente increíbles que hacen que muchas veces alucines en colores ante lo que se encuentra en la arena, pero de eso hablaremos en otro momento.
En esta
ocasión quiero comentar algo que suele ser bastante habitual por estas costas y
que desde hace mucho tiempo me ha llamado la atención. Son los que yo denomino “percebes blancos”.
Esta
variedad de crustáceos (yo creía que eran moluscos hasta que me he puesto a
indagar sobre el tema) suelen aparecer en la playa, generalmente en época de
temporales, arrojados por las olas a la arena, sobre una multitud de soportes
flotantes distintos (ver fotos).
Siempre
me había resultado sospechoso que no hubiese nadie que se dedicase a
recogerlos, teniendo en cuenta el alto precio que tienen los percebes en el
mercado, pero parece ser que en realidad estos percebes blancos tienen muy poco valor gastronómico; son
comestibles pero sin calidad.
Así
pues, me he puesto a investigar un poco el tema y, además de aprender una nueva
palabra que desconocía -sésil-, he encontrado información muy interesante
sobre estos crustáceos tan raros-habituales. La dejo a continuación:
“Percebes nómadas
Cuando
hablamos de especies sésiles al referirnos a animales que están fijos a un
sustrato, podemos pensar en una situación en la que el organismo permanece
siempre quieto en un mismo lugar, aprovechando por ejemplo las corrientes
marinas para obtener los nutrientes que necesita. Es el ejemplo típico de los
percebes y de casi todos los cirrípedos (bellotas de mar, etc.)
En realidad no es completamente cierto, puesto que las larvas de estos animales son nadadoras y en sus desplazamientos hasta encontrar un lugar adecuado para asentarse, pueden recorrer largas distancias. Pero además sésil no implica necesariamente "fijo en el mismo lugar", sólo implica que el animal está fijado a un sustrato, pero ¿si es el sustrato el que se mueve? ¿si esa forma de vida "sésil" consiste en no detenerse nunca? ¿si quedarse quieto estando inmóvil, llegar a la orilla, representa la muerte?
Esa estrategia de vivir en la corriente, es la adoptada por una parte de los cirrípedos, unos crustáceos sésiles que conocemos como percebes falsos.
Con las
mareas de invierno, con las marejadas, arrastrados por el viento, aparecen
pegados a maderas, plásticos y otros objetos flotantes, algunas especies
viajeras de entre los que destacan los percebes falsos o percebes aguarones (Lepas anatifera). Se distinguen
fácilmente por las cinco piezas que forman la "uña", pero sobre todo
por su modo de vida sésil pero nómada, llevados por la corriente mar adentro,
fijos a la deriva” (*)