24 nov 2019

LAS BATALLAS DEL ABUELO (17): La guitarra


Lo reconozco, yo también he tenido una guitarra.

Allá por mis años mozos, en la preadolescencia, influido por el párroco de mi iglesia, quien viendo mi afición a la música y animándome sobremanera, acabé comprando –mi familia más bien- una guitarra. 
Él fue quien empezó a enseñarme a tocarla: la postura del cuerpo, a poner los dedos sobre las cuerdas, los primeros acordes básicos (LA mayor, LA menor, RE mayor..) y las primeras canciones básicas con no más allá de tres acordes.

Luego vinieron los arpegios, los acordes más complicados y algunas canciones populares de la época (“La casa del sol naciente- The house of the rising sun”) así como punteos de grupos rockeros (Led Zeppelin, Deep Purple,…), pero la guitarra nunca llegó a llenarme del todo, además de que mis dedos parecían no estar muy adecuados para ello, por lo que la fui relegando poco a poco hasta dejarla completamente de lado.

Es cierto que me acompañó en muchos momentos y me sirvió para llenar muchos momentos, pero ahí se quedó.

Todavía la conservo, o eso creo, ya que la última vez que la ví hace unos años estaba en su funda de similcuero amarillo en el fondo de un armario empotrado de casa.

16 nov 2019

UNA DESPEDIDA: BERRI TXARRAK


El fin de semana pasada estuve en Madrid, en el Wizik Center, en el concierto que, dentro del "IKUSI ARTE TOUR 2019" (*), dio el grupo Berri Txarrak.
Un concierto emotivo, ya que el grupo, tras 25 años de música, discos y conciertos, se está despidiendo de su público para cesar en su actividad musical a finales de noviembre, ¡una verdadera lástima!


Mejor que yo para comentarlo, dejo un resumen de la crónica del concierto realizada por Miguel Rivera de http://www.rocktotal.com/.

* Las fotos y el vídeo sí que son míos.

"Asistir a un concierto como el que ocupa donde sabes que se trata del último de una formación tiene algo de mezcla entre triste y mágico. Un conjunto de emociones sentidas y enfrentadas en torno a una banda, Berri Txarrak, que ha marcado una etapa en la vida de muchos y ha dado tanto a la música.

Lo ha dado porque a lo largo de 25 años la banda Navarra ha demostrado que se pueden romper y saltar fronteras triunfando cantante en euskera. Lo han hecho con todas las de la ley, fieles a su estilo propio, reverenciados por otras formaciones como Rise Against, consiguiendo los aplausos de muchísimos músicos de diversos estilos y aupando su rock al olímpico de formaciones más grandes.

Más de dos décadas en las que han ofrecido discos sin fisuras, calando hondo y dejando poso, siendo únicos y referencia para otros. Qué decir de sus directos, una banda de tres que deja con la boca abierta a quien les ha visto. En festivales, en salas, en eventos de gran magnitud, asaltando países como Japón y consiguiendo lo impensable.

Por todo ello y, quizás en su mejor momento pero siguiendo su fidelidad a sí mismos, la banda anunciaba el pasado año su punto y final o, al menos, de momento, deseando que quede una pequeña puerta abierta para un futuro regreso.


El caso es que la tristeza pero la grandeza de poder verles en una gira final hacia que Madrid, plaza que les ha tratado tan bien siempre, fuera un concierto especial.

Ampliando recinto en el Wizink Center como sinónimo de su sintonía y respeto por la gente de Madrid, sabedores de la calidad de la banda en un final para poder decir “yo estuve ahí”. Abriendo la grada de fondo para acoger a miles de asistentes (más de 7 mil) que sabían de un adiós importante, diferente, para unos músicos que han traspasado fronteras cantando en euskera y sentando una base con su sonido diferente.

Así llegaba el turno de la banda en cuestión. Un WiZink con la pista repleta para abrazar lo que nadie podría imaginar, dos horas y media donde Gorka casi no dejó tiempo para la nostalgia, porque sabía de la noche que les esperaba y más que emociones quisieron disfrazarlas con lo que mejor saben hacer, música. Una tralla pocas veces vista, en un concierto incombustible, de emergencia nacional, porque incendiaron de golpe y hasta el final el recinto a base de temazos y un repaso inimaginable por todo su legado.

Un legado, el de este trío, incuestionable, sin momentos de bajón, donde cada disco ha tenido su sentido en su momento, sirviendo de referente y sumando numerosos hits a su repertorio con cada nuevo álbum. El legado es casi “obsceno” de lo bueno que es, tanto como sus directos, otro terreno en el que nada se les puede rebatir. No hay concierto malo de la banda, tres tipos que sin fuegos ni artificios se comen el escenario. Voz y guitarra, bajo y batería, tres músicos dándolo todo y, como muchas otras veces pero más en esta, dando el protagonismo a la música, sin dejar mucho espacio a otras cosas, incluso en día de reflexión.

No quería Gorka emocionarse y daba como resultado pocas palabras y muchas canciones, tantas que nos dejaron agotados. Musicalmente variados, desde la potencia de “Izena, izana, ezina” pasando por temas más recientes y melódicos “Spoiler” sumamente bien recibida, a cortes de la talla de “Stereo”, “Libre” o “Irala”, todo del tirón, sin tiempo para respirar.

La banda, como siempre, cohesionada a la perfección, con David y Gorka fusionando coros y tiempos de manera perfecta, una máquina engrasada hasta la última tuerca.  Todo sonando a la perfección, con cientos de vascos a nuestro alrededor, y la gente conociendo la letra sin importar la lengua, donde Berri Txarrak ha demostrado no hay barreras cantes en el idioma que cantes.

BERRI TXARRAK son ya leyenda del rock, rompiendo barreras y clichés para convertirse en un claro ejemplo del trabajo y tesón, tanto en estudio como en directo, una fórmula digna de estudio y referencia para lo que pueda venir en el futuro. Un final en Madrid digno de aplauso y respeto, como toda su carrera. Eskerrik asko, Berri Txarrak".

(*) "Tour HASTA LA VISTA" 


4 nov 2019

PLANTAS DE JARDÍN TÓXICAS-VENENOSAS


Aunque parezca mentira en nuestros jardines es muy común encontrarnos con plantas venenosas o tóxicas, tanto para nosotros los humanos como para nuestros animales. Algunas de ellas, muy conocidas, incluso están oficialmente no recomendadas para su uso en jardinería, pero da igual, al ser de flores bellas y bonitas se siguen plantando.


A modo de ejemplo: en un radio de unos 150 metros alrededor de mi casa en los jardines se encuentran tres de las más comunes, las adelfas (¡frente a la escuela pública!), las hortensias y los tejos.


En los jardines del pueblo además hay algunas otras, pero es algo tan habitual en jardinería, que lo raro es que no haya algún suceso de intoxicaciones.


La adelfa

La adelfa  (Nerium oleander) , conocida popularmente como el laurel rosa o laurel de jardín es una planta muy tóxica que a pesar de las recomendaciones de las autoridades y expertos, muchas personas aún utilizan de forma ornamental en sus jardines debido a su llamativo colorido.

La intoxicación más habitual es por el consumo de sus flores aunque también puede darse por la inhalación del humo en la combustión de cualquiera de las partes de la adelfa. En muchas ocasiones sus hojas, se confunden con las hojas de eucalipto y pueden provocar una intoxicación cuando se ingieren en infusiones.
Los síntomas de esta intoxicación se resumen con problemas gastrointestinales, vómitos e incluso heces sanguinolentas. Además, si el proceso es muy grave, también puede provocar vértigos, disnea, convulsiones e incluso paradas cardíacas.

Los vascos tienen un nombre más preciso que indica su peligrosidad: Heriotzorria, o sea, hoja de la muerte.
 



La hortensia

La hortensia (Hydrangea) es una planta ornamental muy común en nuestros jardines. Se presentan en forma de arbusto y pueden llegar a medir hasta 3 m de alto. Las hortensias producen inflorescencias desde el inicio de la primavera hasta finales del otoño que se encuentran agrupadas en ramos en el extremo de los tallos.

Tanto las flores como las hojas son tóxicas. El problema son los componentes que incluye, como la hidrangina y las saponinas, que combinados pueden producir ácido cianhídrico, un pariente del cianuro. 
Los síntomas van desde diarrea, vómitos y dolor abdominal hasta falta de coordinación leve.

Una pequeña dosis puede causar vómitos y fuertes dolores de estómago, pero en cantidades mayores pueden llegar a paros cardíacos o a la muerte.








El tejo

El tejo (Taxus baccata) es un árbol relacionado con la familia de las coníferas sumamente venenoso en todas sus partes. Debido a su adaptación al frío, y a su poca necesidad de riego, es un tipo de planta que se utiliza con relativa frecuencia en entornos urbanos de forma ornamental o para dividir las lindes de las urbanizaciones o las fincas y en cementerios. Está protegido en gran parte de España.
Es una especie de árbol muy atractivo y de gran porte, que alcanza con facilidad los 20 m de altura. De follaje intensamente verde, desde la distancia puede dar la impresión de ser incluso negro. Por eso destaca tanto su fruto llamado arilo, de un atractivo color rojo.
El tejo es un árbol básicamente venenoso, y como tal ha sido utilizado desde tiempos inmemoriales: para envenenar, o para curar. Su veneno es un conjunto de alcaloides, tóxico, denominado taxina, y se encuentra en prácticamente todas las partes del árbol. En todas, excepto en el arilo, para que los pájaros puedan comerlos y así transportar las semillas.
Es considerada una de las plantas más venenosas de España porque la taxina es un alcaloide que puede resultar mortal y produce convulsiones, hipotensión y otros graves síntomas a quienes lo ingieren como vómitos, náuseas o intenso dolor abdominal.