Que mi
afición a la música viene de lejos, desde mi preadolescencia allá por los 11-12
años, es algo conocido por muchos; es más, muchas veces suelo comentar como
anécdota, que empecé a comprar discos incluso antes de tener tocadiscos, así
que cuando al final llegó a casa mi primer tocadiscos en los tiempos del
instituto, pude disfrutar de lo que considero una de mis pasiones: la música.
Aquel
primer tocadiscos era un modelo pequeño, sencillo, portátil y mono,
pero cumplía con su cometido de hacer sonar aquellos primeros discos de lo que
luego se convertiría en una colección.
Tocadiscos Bettor Dual EF-46
Duró unos pocos años, ya que mi deseo por
lograr el sonido estéreo se cumplió cuando, por fin, conseguí un tocadiscos Bettor Dual EF-46 (ver foto) con sus dos
altavoces, balances y demás.
Este sí que fue quien dio caña durante muchos años
y soportó tanto mis discos, como los de mi hermano, hasta que me emancipé.
Desde
que me casé he tenido en casa otro equipo, un Sony, que en sus tiempos, con la doble pletina de cassetes y el
lector CD, era el summum para mí.
También ha aguantado lo suyo y ha llevado su
tralla hasta que con el boom del mp3 me pasé a otros reproductores quedando
bastante relegado; además empezó a fallar y tiene algunas funciones estropeadas
por lo que su uso es puntual.
En la actualidad estoy mirando amplificadores para poder seguir
usando el plato Sony del que dispongo en el equipo cascadillo.