LECHE DEL DÍA

Aún guardo en la memoria recuerdos de mis años de niñez en los que veo el reparto diario de la leche fresca a domicilio, a la lechera que nos venía a casa con su gran marmita de metal y su cazo de medida, llamando a la puerta para servirnos la leche del día, aquella que había que hervir vigilándola para que no “se escapase” y vertiera sobre la económica o los quemadores de la nueva cocina de butano.

Luego, por motivos de salubridad, o económicos tal vez, comenzó la venta de la leche, ya tratada, en botella y en bolsa de plástico hasta que el invento del brik se impuso extensivamente.

Actualmente la variedad de leches es enorme: además de entera, semidesnatada y desnatada nos encontramos con leches con aditivos como calcio, vitaminas, omega 3…, en incluso con imitaciones, sucedáneos lácteos procedentes de vegetales como la soja.

La última novedad es la vuelta a los orígenes, es decir, volver a vender la leche del día directamente al consumidor, pero, eso sí, ya previamente pasteurizada.

Esto es lo que están llevando a cabo unos cuantos ganaderos de pequeñas explotaciones que, viendo que con lo poco que pagan las centrales lecheras están llegando al límite, se han animado a venderla directamente a los clientes como un medio de hacer frente a la crisis. Para ello han creado unos puestos expendedores automáticos de leche del día pasteurizada.

En Gipuzkoa hasta ahora son pocos los lugares en los que los han instalado, estando uno de ellos aquí en Zarautz, enfrente de mi casa. Por ahora parece que la respuesta ciudadana es buena, ya que además de la calidad de la leche y su frescura, el precio está bien: 1 euro el litro. 

DÍA DEL LIBRO

En este blog ocasionalmente suelo comentar alguna de mis lecturas, pero generalmente no suelo recomendar ningún libro en especial.

En esta ocasión, aprovechando que mañana, 23 de abril, se celebra el Día del Libro, sí que voy a indicar unos pocos libros que he leído recientemente, que me han gustado mucho y que creo que pueden ser interesantes para cualquier lector o lectora, aunque, en cuestión de gustos, cada cual es un mundo:

“Nada del otro mundo” de Antonio Muñoz Molina, un excelente libro de relatos.

“Lágrimas en la lluvia” de Rosa Montero, una novela de una autora de la que hasta ahora no había leído nada y que me ha sorprendido gratamente.

“1Q84” de Haruki Murakami, un libro (en dos volúmenes) que engancha de principio a fin, con la maestría de un autor que lleva camino del Nobel de Literatura.

“Tetrammeron” de José Carlos Somoza. Recién lo acabo de comprar y, claro, todavía no lo he leído, pero estoy seguro que no me defraudará al igual que toda la obra de este gran escritor que pasa tan desapercibido pero que a mí me encanta.

PUNTEROS LÁSER

¿Quién me iba a decir a mí cuando en mis años mozos veía series de TV como “Perdidos en el espacio” o “Star Trek, viaje a las estrellas”, o leía en las novelas de SF sobre aparatos de tecnologías avanzadísimas, que iba a llegar un día en el que yo mismo iba a disponer de ellos y tenerlos en la mano?

Una de esas cosas que me admiraban eran los rayos láser. En los últimos años es increíble lo que ha avanzado la tecnología en ese campo y hasta dónde se ha puesto a nuestro alcance: desde los bisturís en cirugía ocular hasta unos simples punteros láser. Y es de estos últimos de los que va este post. 

El primer puntero láser rojo, lo conseguí hace ya unos cuantos años y lo he utilizado bastante sobre la pizarra digital en mis explicaciones sobre las T.I.C.s, tanto con alumnos como con profesores y he de reconocer que es una herramienta muy efectiva. 

Los otros dos ya han sido más fruto de mis gustos frikis que de una verdadera utilidad práctica. El puntero láser verde, el más potente, con un alcance de un par de kilómetros efectivos, tiene un par de años y es semejante a ésos que el verano pasado se pusieron de moda por todas partes; incluso viene con una rosca que produce efectos discotequeros.

El último capricho ha sido el puntero láser azul. Es el más flojo en cuanto a potencia, pero tiene un tono de luz muy bonito. Lo he comprado por Internet, ya que no he podido encontrarlo en ninguna tienda, ni siquiera en los chinos, que tienen de todo y en los que abunda, eso sí, el puntero rojo.

Ahora, de vez en cuando, me doy un vueltilla por el comercio on line a ver si pillo láseres de otros colores; el amarillo, por ejemplo, sería una opción muy interesante. Tiempo al tiempo. 

 

Foto de mis tres punteros láser, de arriba abajo, rojo, azul y verde.

RECUPERANDO BLOGS

Uno anda metido en tantos blogs que hacía tiempo que tenía dejadas de la mano de Dios mis intervenciones en “Mitología y Leyendas” , pero he vuelto al redil y con intenciones de seguir publicando regularmente en mi página relativa al País Vasco.
Y, ya de paso, aprovecho para incluir en este blog mi vuelta a la susodicha actividad en MyL con el post,

“FUEGO Y MUERTE: ARGIZAIOLA”
Que el fuego está ligado a la muerte y al culto a los muertos en el País Vasco desde tiempos inmemoriales es algo evidente. Ya lo comentaba el insigne antropólogo don José Miguel de Barandiaran:
“Otro rito funerario de época megalítica fue el de encender fuego a la entrada del dolmen: de ello nos convencen los residuos de fuego que frecuentemente hemos hallado en tales sitios. La correspondencia actual de este rito es la costumbre de encender luces en las sepulturas, conforme a la creencia de que las almas de los muertos necesitan tal ofrenda para ahuyentar las tinieblas, que de otro modo, habrían de rodearles en la vida de ultratumba”.

Desde entonces el ritual del fuego ha ido variando. Con la llegada del cristianismo que instauró el enterramiento en el interior de las iglesias surgió un nuevo elemento en la cultura vasca, la argizaiola (argizari=cera, ola=tabla, argizaiola=tabla de cera) que consisten en un soporte de madera decorado con tallas, de forma generalmente antropomorfa, al que se enrolla un cordón de cera y que se enciende sobre las sepulturas para honrar a los difuntos.

La argizaiola se ha interpretado también como una extensión del fuego del hogar que se hace llegar simbólicamente al lugar de reposo del difunto.

En la actualidad el uso religioso de las argizaiolas se ha ido perdiendo; solamente se conserva en algunos pocos lugares, pero cabe destacar el caso de Amezketa, en Gipuzkoa, que mantiene la tradición en su iglesia de San Bartolomé desde hace más de 500 años.

Ultimamente la argizaiola se ha convertido también en un objeto decorativo de artesanía conmemorativo de la tradición euskaldun.

LAS 7 DIFERENCIAS

Al igual que en otras publicaciones como periódicos o revistas en sus secciones de pasatiempos, hoy, en este post del blog, propongo el juego de las 7 diferencias.

En este caso se trata de buscar las siete diferencias que existen entre las dos fotos de jardines de Zarautz antes y después del paso del servicio de jardinería del Ayuntamiento y de su intervención segando el césped de los mismos.

¡Ánimo, que no son difíciles!