En
vísperas del Día de la Mujer Trabajadora que mejor homenaje que recordar a un
grupo de mujeres que durante muchos años realizaron un trabajo ciertamente
desagradable en mi opinión: las triperas
del Matadero.
Las
triperas del Matadero de Rentería (hoy Errenteria)) era un grupo de cuatro
mujeres al cargo de la señora Juanita, mi amona, quien en realidad desempeñaba ese papel
más por antigüedad que por otra cosa, ya que a nivel laboral tenía la misma categoría
que las demás.
La
señora Juanita viuda desde muy joven entró a trabajar en el Matadero a
principios de la década de los 30. Con dos hijos, vivía en Ondartxo a escasos 150 metros de su puesto
de trabajo en la tripería.
La
segunda tripera era la Paula. Gallega y también viuda, vivía en Alaberga de arriba, desde su casa se veía el puerto de
Pasajes, desde el cual había partido su marido
pescador y al cual no volvió. Era una mujer con
un carácter algo taciturno, bastante callada y trabajadora.
La Ángeles,
soltera o más bien neskazaharra, alegre, de lengua suelta, capaz de rivalizar
con los matarifes del matadero a todos los niveles, tenía un gran corazón y se
pasaba el día cantando. Vivía con su madre al final de la calle Santa Clara.
La Carmen, “la gorda”, fácil de adivinar el por qué del apodo, era la única
casada con familia, dos hijas. Vivía también en Ondartxo, en la calle Vázquez
Mella (hoy Astigarraga kalea) y su casa se veía desde la cocina de la amona.
Era la única que no trabajaba a tiempo completo, sino a algo que hoy
llamaríamos fijo-discontinuo o similar ya que dependía de las temporadas de
alto trabajo en el matadero.
Estas
cuatro mujeres, las triperas, enfundadas en sus batas de mahón azul marino, con
un gran delantal de plástico hasta los tobillos, botas katiuskas de goma hasta
la rodilla, guantes hasta el codo, armadas de cuchillos y rascadores, eran las
que realizaban la ingrata y desagradable labor de la tripería.
En una
gran sala totalmente alicatada en blanco, con tres de las paredes recorridas
por enormes fregaderos, y en el centro con una gran cuba en la que se hervían
todas las vísceras y casquerías de los animales sacrificados en el matadero,
las triperas se dedicaban a su trabajo: arrascar y limpiar las tripas,
intestinos, y demás vísceras para que quedasen aptos para el consumo humano en
forma de callos, pieles/tripas para embutidos, preparar las pieles para curtir….
Un trabajo en realidad duro, desagradable y quizás ciertamente repugnante –por
lo menos visto desde los ojos del niño que era yo era entonces-, pero un
trabajo y ¡realizado por mujeres!
La señora
Juanita se jubiló de la tripería del Matadero con setenta años en 1.970
celebrándose un homenaje en el restaurante Panier Fleuri.
A
partir de ahí perdí el contacto con la vida y actividades del Matadero de
Rentería.
Notas:
- He respetado el uso del artículo “la”
aplicado a los nombres propios por ser el que utilizaban entre ellas en aquella
época.
- Todas las descripciones y el relato están en base a mi memoria
infantil de entonces y a mi ya cascada memoria actual por lo que son subjetivas
y pueden no corresponderse totalmente con la realidad objetiva.