6 nov 2011

GENÉTICA AERONÁUTICA



En estos días del comienzo de otoño los jardines de mi calle al igual que otros muchos de Zarautz están cubiertos, además de las hojas secas de los árboles, de multitud de semillas voladoras de arce.

¿Quién no ha jugado en alguna ocasión con esta semillas en su infancia, incluso a cualquier edad, con estas pequeñas semillas lanzándolas al aire para verlas volar? ¿Quién no se admira con ese vuelo circular que puede recordar al de los rotores del helicóptero?

Hay quien dice que incluso el gran Leonardo Da Vinci se inspiró en dicho vuelo para diseñar una de sus fabulosas máquinas.

maquina-voladora

Lo que si es cierto es que estas semillas voladoras poseen un diseño muy específico para poder desplazarse a través del aire, utilizando unas leyes de la física que a la Humanidad le ha costado miles de años descubrir e interpretar.

Para mí, lo realmente asombroso es que una pequeña semilla me haga cuestionar qué inteligencia ha podido ingeniar y desarrollar genéticamente estas semillas con el fin de su dispersión lo más alejada posible de la planta madre, y así posibilitar su reproducción.
Es como si alguien pensase “con este diseño vuelan mejor, se alejan más del tronco; apliquémoslo a la siguiente generación de semillas”. Dicen que la Naturaleza es sabia, e ¿inteligente?

De todas formas, en esto del vuelo de las semillas de las plantas, me parece que el record lo ostenta el diente de león, cuyas leves semillas con vilanos son capaces de casi flotar en el aire y con la más mínima ráfaga de aire desplazarse a enormes distancias de la planta madre.

Diente_de_león_soltando_semillas

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