Estaba tranquilamente sentado en casa, con el portátil, cuando al levantar la vista me fijé por un momento en los álbumes de fotos que tenemos en una estantería de la sala, y…¡zas!, me vino a la memoria un instante fugaz sucedido en uno de mis viajes.
Por un momento, visualmente, me encontré en México, en la selva de Yucatán, en Cobá, viendo como una pequeña mariposa negra y roja se posaba sobre la bolsa de una de las turistas que caminaba a mi lado en dirección a las ruinas mayas que íbamos a visitar.
Fue un ver y no ver, un destello de color al sol, un gesto de asombro, un intento de tirar de cámara fotográfica para sacarle una foto…, pero en vano. La mariposa emprendió inmediatamente el vuelo y se perdió en la espesura de la vegetación selvática.
La visión de la mariposilla duró unos escasos segundos; fue realmente fugaz.
Fugaz, en el sentido literal de la palabra, pero perenne en el personal, ya que ese momento ha quedado grabado para siempre en mi memoria.
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