“Catorce puntos de sutura en un pie,
librándose por los pelos de cortarse el tendón de Aquiles”.
Lo
contaba a una compañera hace un par de semanas la madre de un exalumno de la
escuela, refiriéndose a su hijo, como resultado de una de las acciones que, al
parecer, se están poniendo de moda entre los chavales de 13-15
años, a la que su hijo se había apuntado, y que consiste en entrar en edificios
cerrados y/o abandonados para dedicarse a romper y destrozar todo lo que allí
encuentren.
Esta
misma semana, cuando me he fijado en que en una fábrica que está a escasa
distancia de mi casa y cerrada desde hace bastante tiempo, han aparecido rotos todos
los cristales y persianas de las oficinas, me ha vuelto a la memoria la
moda que mencionaba la madre del chaval.
En la
escuela ni desarrollamos, ni potenciamos, ni trabajamos este tipo de actitudes.
Creo que en las familias tampoco. Entonces, ¿de dónde obtienen los chavales
estas tendencias?, ¿de la televisión, quizá?; ¿de dónde vienen?, ¿cómo se
transmiten?... Muchas preguntas a contestar y para reflexionar.
Lo que
si es cierto es que actitudes semejantes de destrozar por destrozar ya se
encuentran en la sociedad norteamericana de los años 80, tal como se reflejan
en la recientemente emitida serie de televisión “American Horror Story” en su primer capítulo, o, ya más actuales, en
vídeos tipo Jackass donde lo bruto,
lo absurdo y lo más bruto y bestia priman sobre todo.
Si con
13-15 años los chavales ya andan destrozando todo lo que pillan… ¿A dónde vamos
a ir a parar?
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