4 ago 2012

SEÑORITAS DE NOCHE

Seoritas de noche
Durante mi infancia y adolescencia, viviendo en Rentería, mi padre cuidaba el pequeño jardín que teníamos delante de nuestra vivienda, y cultivaba rosas, dalias y otras plantas de flor.

Entre ellas había una en particular con flores de color rosa fusia fuerte, que en ocasiones también daba algunas flores blancas e incluso jaspeadas en fusia y blanco, a la que en casa llamábamos “señoritas de noche”, y que despertaba mi admiración e interés porque tenía la peculiaridad de que sus flores se abrían únicamente a partir del atardecer durante la noche, volviendo a cerrarse por la mañana con la claridad de la luz del sol.

Durante los veranos, además de observar su bello porte y sus flores, los chavales del barrio nos dedicábamos a recolectar sus curiosas semillas en forma de bolitas negras con las que jugábamos, ya que para nosotros su verdadero cometido reproductor de la planta se escapaba de nuestras intenciones. Pero lo cierto es que todas las primaveras las “señoritas de noche” volvían a brotar de nuevo en nuestro jardín, más de los tubérculos que se habían mantenido latentes en tierra que de la semillas que habíamos recolectado el verano anterior.

Mucho más tarde descubrí que su nombre científico es Mirabilis jalapa y que se la conoce por multitud de nombres (Dondiego de noche, Galán de noche, Bella de noche, Don Pedros, Maravilla, Periquito o Clavellina), pero nunca llegué a comprender –todavía lo desconozco- cuál es el proceso por el cual esta planta es capaz de abrir y cerrar sus flores diariamente hasta que es polinizada.

Realmente es asombroso que muchas plantas sin tener “sistemas musculares” similares a los animales sean capaces de realizar movimientos, bien de apertura y cierre como en el caso de nuestras “señoritas de noche”, bien de giro como los girasoles (fototropismo) o de despliegue y ascensión como hiedras y campanillas.

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