En
cuanto recogí del buzón el aviso para ir a Correos a recoger una carta
certificada procedente de Tráfico supuse de que se trataba: de una multa. Y
acerté.
Durante
38 años conduciendo, y con casi medio millón de kilómetros a mis espaldas, he
de reconocer que en ocasiones he infringido las normas de tráfico (¿y quién
no?) pero nunca hasta la fecha había sido “cazado in fraganti” cometiendo una
infracción y, por lo tanto, nunca me habían multado.
Pero ha
tenido que ser un radar camuflado en un arcén izquierdo de la autovía A-15 el
que ha sacado la foto de mi temeridad superando los límites de velocidad
establecidos (foto en la que por cierto no se ve nada, a excepción del número
de la matricula reflectante) y el que ha tenido el mérito de ser el primero en
multarme.
¡Qué se
le va a hacer! Alguna vez tenía que ser. A pagar
toca; menos mal que por prontopago me
rebajan el 50%.
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