Cuando
llega la hora de la jubilación oficial y termina la rutina de ir al trabajo
todos los días, las personas se dedican a realizar otras actividades con las
que ocupar el nuevo tiempo libre de que disponen.
La
ocupaciones post-jubilacionales son múltiples, pero quizás una de las más
habituales es la de dedicarse a cuidar una huerta. Y ese es el caso del que va
hoy este post. Pero, ¡ojo!, no se trata de una huerta cualquiera, sino de una
muy especial en la que concurren características muy peculiares. Las imágenes
que acompañan al post pueden dar buena cuenta de la singularidad de la misma.
Como se
ve, se trata de haber aprovechado un terreno urbano en medio de un barrio de
Zarautz, que alucina por sus características: una estrecha y larga franja de
tierra en el espacio que separa el muro de la comunidad de las Clarisas y el
encauzamiento del riachuelo que atraviesa el pueblo, más conocido como “río
Pestes”.
En este
exiguo terreno, Avelino, pintor retirado (de los de brocha gorda) ha creado una
huerta, que es el asombro de toda la gente del pueblo y de los alrededores, por
su trabajo y disposición, así como por el cuidado con el que se dedica a su
mantenimiento.
Queda a
la vista la ordenada organización de los espacios para las distintas plantaciones
de los vegetales y hortalizas que cultiva, así como las nuevas técnicas que
aplica para obtener los mejores resultados en su huerta: micro invernaderos
individuales para los brotes de los plantones con bidones plásticos, redes para
proteger las plantas de la voracidad de las aves urbanas, discos CD colgados
para espantar pájaros…
Una
huerta en verdad admirable.
Es más,
igual le propongo que se presente al Guiness de los Records como el patatal más
estrecho del mundo, ya que su plantación de patata no excede del medio metro de
anchura.
Bromas
aparte, hay que reconocer el mérito que tiene Avelino al haber creado un huerto
que es la admiración de todo el pueblo.
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