15 ago 2015

CONTAMINACIÓN DEL PAISAJE



Muchos animales tienen la capacidad de identificarse consigo y con sus congéneres, incluso de marcar territorio, por medio del olor. El ser humano en su evolución ha perdido esa capacidad olfativa, pero ha desarrollado otras para autoidentificarse: la principal, la escritura.

El poder escribir el propio nombre y dejarlo a la vista de todos para que la gente lo lea es algo que nos parece innato cual feromona que nos identifica en nuestra sociedad.

De todos es conocida la cantidad de garabatos con nombres de seres estúpidos que aparecen en servicios públicos, paredes, bancos, graffittis y demás, y que dejan constancia de su egocentrismo, falta de educación y de respeto hacia los demás.

En algunos casos este afán de dejar constancia del nombre de los individuos llega a casos extremos que afectan y atentan a la propia naturaleza.

Ejemplo: En Playa Blanca (Lanzarote) se dan un par de ellos muy notorios, que incluso se pueden ver desde el espacio por medio de Google Earth y Google Maps.

Uno se encuentra localizado en la playa de Las Coloradas, a escasos 600 m. de las famosas playas vírgenes del Papagayo. Se trata de que toda la superficie de la rocosa playa se ha visto modificada por la gente para escribir nombres utilizando las rocas propias de la playa.

Otro, también en la misma localidad, quizás es todavía más grave que el anterior, ya que afecta al cráter del volcán Montaña Roja, en donde, sobre todo en una de sus laderas interiores, muchos de sus visitantes se han dedicado a dejar constancia de su paso escribiendo con piedras y rocas nombres y testos recordatorios.

Al hilo de estas afrentas al paisaje natural, he de destacar otra que también se produce aquí, y es la de la proliferación de “esculturas” –amontonamientos de piedras- que unos cuantos individuos se dedican a hacer en el paseo de acceso a Marina Rubicón con el fin de sacarse unas monedas de los turistas, y que según mi opinión merecerían más bien una denuncia y multa por atentado a la vista y al paisaje.



A ver cuando se conciencian de que el paisaje en un bien común al que no se puede agredir con acciones particulares como la de escribir “nombrecitos”.

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