14 oct 2017

STEPHEN KING, EL REY DESCORONADO

Me da pena, ya que Stephen King ha sido para mí uno de los pocos escritores que ha conseguido ponerme la carne de gallina mientras leía alguna de sus obras, pero ya, a día de hoy, tengo que tirarle de las orejas.

Novelas como “It”, “Cementerio de animales,El misterio de Salem’s Lot,La zona muerta,La niebla… consiguieron mantenerme en vilo azuzándome de vez en cuando con escalofríos de terror y placer.

Luego llegaron otro montón de títulos suyos, incluyendo novelas y recopilaciones de cuentos, de los que podría decir que he leído mucho, mucho, prácticamente casi todo.

Me falta alguna cosa que otra, sobre todo de lo último que ha publicado, ya que, a medida que ha ido pasando el tiempo, me he encontrado con un King sin chispa, que se dedica a recrear ambientes, a contar las historias de los personajes hasta la tercera generación, incluyendo los parientes, con toda clase de detalles, incluyendo vida y milagros de cada uno; un King que da doscientas vueltas antes de atacar el núcleo de la historia que está contando, que escribe introducciones casi más largas que los cuentos y narraciones que presenta…

Vamos, que todo lo original, lo que enganchaba, lo que hacía vibrar en su obra inicial ha quedado difuminado y relegado a pequeños chispazos, aunque, eso sí, rodeado de una catarata inconmensurable de “paja” que se añade a las tramas originales. Palabras, palabras, muchas palabras…

Tengo entendido (no puedo afirmarlo con seguridad) que los escritores norteamericanos en sus novelas cobran por palabra; ¡no me extraña que King sea multimillonario! 

Y es que “tochos” habituales de más de 700-800  páginas (más de 1000 en “La cúpula”), en los que la historia central, sin contar con toda la parafernalia psicológica, las descripciones de los personajes, las músicas y todas las cadenas de radio de la zona, las subtramas periféricas, los “sucedidos” añadidos que decimos por aquí, etc, si se sintetizasen podrían quedar reducidos a la categoría de novelas cortas , con lo que el rendimiento económico sería mucho menor para el autor.

Mi último intento de acercamiento para con él ha sido la lectura de “El bazar de los malos sueños”, recién publicado este año, pero ha sido volver a chocar contra la pared (es que no escarmiento). Desastre total (salvo un par de historias –reeditadas y ya leídas-).

¡A vivir de rentas!, o algo así parece que hace nuestro rey, a quien se le cayó la corona de la originalidad, pena.
¡Vamos dados!

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