¿Quién
no oído hablar del vintage en
algunas de sus últimas varias acepciones, especialmente referidas a la moda y
sus complementos?
Según
la Wikipedia: “Vintage (cosecha) es el término empleado para
referirse a objetos o accesorios con cierta edad, que no pueden aún catalogarse
como antigüedades, y que, como los buenos vinos, se considera que han mejorado
o se han revalorizado con el paso del tiempo (… )La palabra vintage se utiliza para referirse a
aquellas prendas o accesorios que han sobrevivido al menos veinte años después
de su creación convirtiéndose en un clásico preciado.”
Y todo esto, “¿a qué viene?” se podría preguntar alguien que
pasase por este blog.
Respondo: pues a que en mi cotidianeidad me suelo encontrar
con prendas que podrían tildarse de “vintages” y a las que no doy especial
relevancia. Ejemplos:
- Un reloj (ver foto) de un modelo tipo que se ha puesto muy de moda.
Este, en concreto, es original; tiene unos 25-27 años como mínimo y lo tengo
asociado con recuerdos de una escuela en la que estuve destinado.
- Un chandal (ver foto). Este tiene 37 años justos, que ya es decir
para una prenda de vestir que todavía utilizo para estar en casa cómodamente.
La verdad es que sólo me queda la sudadera, pues el pantalón, de uso, roces y
desgaste acabó en el reciclaje hace ya varios años.
Tiene una historia particular:
Lo
compré en Francia, en Hendaya con los francos que conseguí trabajando en verano
en el bar de la playa de Fuenterrabía, de cara al próximo curso escolar que iba
a comenzar en la escuela de Lezo, y para el que me habían dicho que tendría que
dar las clases de gimnasia de la segunda etapa de EGB.
Fue toda una movida el
pasar al otro lado de la frontera (eran otros tiempos) y hacer la compra, pero ahí está!
No sé si para otras personas estas
prendas –y otras semejantes que no han aparecido por este post, pero que podrían- tendrán un
valor especial por ser “vintages”, pero para mí tienen más un valor sentimental
que pecuniario.
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