Como
todos los años desde que me jubilé, había cogido uno de los viajes de
vacaciones con el Imserso para este invierno, concretamente a La Manga del Mar
Menor en Murcia, entre el 10 y el 19 de marzo.
Pero…
llegó el coronavirus, y con él todas las medidas que se han tenido que tomar
para evitar su expansión, alguna de las cuales nos afectaron directamente.
La
suspensión de todos los viajes del Imserso nos pilló llegando e instalándonos
en el hotel tras un viaje sin incidencias. Las nuevas noticias, todos los
rumores y el principio de las restricciones nos fueron rodeando los primeros
días, sin que los agentes de Mundiplan que gestionaban nuestra estancia nos
diesen ninguna información, ya que decían que sabían lo mismo que nosotros.
Los primeros
tres días de estancia en el hotel fueron “normales”. Teníamos todos los
servicios, podíamos salir a la calle, hacer compras, caminar por la zona y fotografiarla, e incluso se celebraron un par de
excursiones, de esas que ofertan in situ la agencia (nosotros hicimos una).
El
viernes 13 de marzo fue cuando se desencadenó el caos. Hacia las siete de la
tarde apareció un agente de Mundiplan para avisar al grupo de Barcelona que al
día siguiente a las ocho de la mañana, se los iban a llevar de vuelta en
autobús cuando, en realidad, la tenían programada para el siguiente lunes.
Aproveché
para preguntarle por nuestra situación y lo único que me dijo en ese momento
fue que la prioridad de la agencia era devolver a todos a sus orígenes lo antes
posible, y que entre el domingo y el lunes iban a vaciar el hotel.
Pero
ya,ya. Esa misma noche, a las once y media, nos llaman por teléfono a la
habitación para decirnos que, a las nueve y media de la mañana siguiente,
sábado, nos van a devolver a Donosti en
autobús, cuando todavía nos faltaban seis días para la fecha de regreso.
Ahí
comenzaron las aventuras y desventuras: hacer las maletas de prisa y corriendo,
madrugón para poder desayunar, y recogida de picnic (todos sabemos como son)
para un viaje de 12 horas en autobús por el recorrido más largo posible (creo
que seguramente para evitar los pagos de las autopistas de peaje).
Nos
dejaron en la estación de autobuses de Donostia, con lo cual tuvimos que coger
un taxi para volver y Zarautz, y ¡además!, como yo había dejado el coche en el
aeropuerto de Loiu (Bizkaia) -que es de donde salió el vuelo de inicio del
viaje-, el domingo por la mañana, con todos los temores del mundo -ya que se había
restringido la movilidad de los particulares-, me tuve que ir en el bus de
línea al aeropuerto a buscar mi coche.
Ahora
encerrados en casa sólo nos queda esperar que, puesto que el Gobierno ha dicho
que por las cancelaciones se reintegrarán los pagos realizados al Imserso,
Mundiplan nos envíe algún comunicado que nos indique cómo y cuando se va a realizar dicha devolución.
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