A veces me asombro por los resultados que se obtienen al aplicar un programa de retoque fotográfico a alguna de las fotos que saco por ahí en mis marchas cotidianas.
Ha habido ocasiones en las que con un editor potente me he pasado horas con una foto recortando, ajustando todo tipo de niveles -luz, contraste, saturación, brillo-, moviendo curvas y demás, para al final no llegar a obtener el resultado que buscaba.
Sin embargo en esta ocasión, casi sin buscarlo y con un programa sencillo, de ésos que prácticamente todos los visores de fotografías llevan incorporados, con un par de clics de ratón, he conseguido una foto que me gusta, ya que se logra un claroscuro de reminiscencias rembrandtianas (toma ya!) muy bonito.
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