Sin embargo,
con el paso del tiempo, las costumbres van cambiando, y en la actualidad el
número de personas que se han decantado por la incineración de sus restos mortales ha aumentado en una gran
proporción (aquí, en el País Vasco, el número de incineraciones ha superado al
de enterramientos en 2011).
Una
gran parte de las urnas cinerarias se guardan en columbarios dentro de los
propios cementerios, pero otra parte de las cenizas se suele aventar en lugares
especiales para los difuntos o sus familias.
Un
lugar habitual para ello es hacerlo a orillas del mar, lo cual conlleva el que,
posteriormente, los familiares al llegar días señalados como el de Todos los
Santos, los de aniversarios, etc, carezcan de un lugar concreto en el que
reposen los restos de sus allegados para poderlos honrar, llevarles flores…
De
todas formas la gente mantiene la memoria, y por ello en la costa se suelen
ver en muchos lugares flores en recuerdo de las personas fallecidas cuyas
cenizas han sido aventadas en la zona; algunas de forma permanente (foto de la
izda.) y otras ocasionalmente.
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