Vengo de hacerme una resonancia magnética de las cervicales y por eso hoy he comprendido el por qué de semejante nombre.
En realidad lo del apellido, magnética, no lo termino de pillar si mis huesos no tienen nada metálico y tampoco creo que estén demasiado irrigados con sangre rica en ferritinas, pero lo del nombre, resonancia…, eso si que lo he cogido a la primera: qué cantidad de ruidos y sonidos los que resuenan por todo el tubo en el que te meten, y además en mi caso, justo al lado de la cabeza. ¡Y eso que te dan tapones para suavizarlo! Pero, ya, ya. Más de una discoteca quisiera semejante marcha y nivel sonoro, a veces con sonidos machacones tipo “bakalatas”, y otras al más típico sonido industrial reiterativo.
Menos mal que uno está acostumbrado a oír habitualmente música potente y le gusta el metal industrial alemán, tipo Rammstein, Oomph!, Megaherz, Eisbrecher, y otros grupos metaleros de tendencias semejantes, y lo he llevado bien mientras he estado sometido al aluvión sonoro, con ritmo incluso. Pero a quien le gusten otras músicas como los pasodobles, por ejemplo, o lo clásico, lo ambiental, etc., ¡ lo tiene claro!, seguro que le da al botón de pánico, más por lo que resuena que por claustrofobia.
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