20 jul 2013

DE VUELTA DE LANZAROTE

De nuevo en casa tras dos semanas de vacaciones en Lanzarote, la isla de mis amores. Nada como irse para allí para relajarse del pasado curso escolar y de la vida habitual desconectando de todo; ni periódicos, ni Internet, ni tele, sólo paseos, sol, piscina y bañitos, lecturas, visitas, terrazas…, vamos, algo semejante a estar aislado de toda la vida cotidiana.


Hemos estado en Playa Blanca, nuestro lugar habitual de destino en Lanzarote desde que lo descubrimos hace varios años ya. Hacía cuatro años que no íbamos y lo hemos encontrado un poco más bajo como consecuencia de la tan traída y llevada recesión económica (mucha construcción parada, cada vez más establecimientos cerrados y además un menor ambiente de gente en terrazas y chiringuitos) pero para nuestro plan de vida vacacional sigue estando perfecto (el paseo marítimo desde la Playa de las Coloradas hasta el faro de Pechiguera de alrededor de 12-14 km no tiene precio para nuestras marchas mañaneras!).


Por lo demás Lanzarote me sigue fascinando por sus paisajes y sus sitios. Como cada vez que vamos alquilamos coche para movernos por la isla ( y ya va por la octava vez, si mis cuentas no me fallan), cada vez es más difícil encontrar nuevos sitios para visitar y ver, pero haberlos haylos como las brujas en Galicia, y en esta ocasión además de repetir Timanfaya, La Geria y el tradicional mercadillo dominical de Teguise, hemos descubierto Playa Quemada, un lugar muy tranquilo con un par de playas negras de piedra volcánica, muy poco frecuentado y relajador; el mirador de Guinate, que tiene unas vistas impresionantes de La Graciosa, el archipiélago Chinijo y Famara, (y gratis total, no como el cercano Mirador del Río, por el que hay que pagar una pasta al Cabildo), la pena fue que cuando fuimos estaba muy cubierto de nubes por los vientos alisios que suelen afectar la zona. 
 


Finalmente la que a nivel popular se llama “la casa de Omar Sharif” también conocida como Lagomar en Nazaret, una casa-museo manriqueña con una historia muy curiosa que ya comentaré en otra ocasión.

Y para terminar, lo típico: las compras de colonias y de vino blanco lanzaroteño (¡rico, rico!, que diría nuestro paisano Karlos Arguiñano).

Ahora, de vuelta, en casa a seguir disfrutando de las vacaciones, que todavía quedan!

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