24 dic 2013

OLORES Y RECUERDOS

Se dice que el olfato es nuestro sentido especialista en asociar olores con recuerdos (de situaciones, comidas, personas, lugares…), y en mayor medida sobre todo si esos olores están radicados en las épocas de los primeros años de nuestra vida.
Yo estoy totalmente de acuerdo.

Una muestra personal: los olores de la cena de Nochebuena.
En mi familia la Navidad se celebraba en casa de la amona. La tarde de Nochebuena salíamos a dar una vuelta y cuando llegábamos por la noche, temprano, una mescolanza de aromas se mezclaban en la cocina en la que trajinaba la amona (abuela, en euskera), ayudada por mi tía, y se expandían por toda la casa.

El menú era sencillo, pero oloroso, y se repetía año tras año: 
De primer plato coliflor cocida, cuyos efluvios eran los primeros en asaltarnos la pituitaria, aliñada con un chorro de vinagre para los adultos (para nosotros los chavales no se estilaba).

De segundo, besugo,  hecho sobre la plancha al rojo de la cocina de carbón (la económica, que llamaban) y con un refrito de ajos y guindillas que le daba un toque especial (besugo = pescado extinto en la actualidad para los hogares normales).

Y de postre, primero la típica compota de manzana y pera con orejones y ciruelas pasas (con la que nos peleábamos para separar “los tropiezos” y comer exclusivamente la manzana) y a continuación los turrones: del duro y del blando -sin tantas zarandajas como hay hoy en día-, y algo de mazapán y piñones blancos (que daban más vueltas…!).

Olores que se me quedaron fijados y que sigo asociando a aquellas cenas familiares de Nochebuena. Recuerdos de Navidad.

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