19 jul 2014

DE VUELTA


Se acabó lo bueno.

Ya estoy de vuelta de Lanzarote, después de pasar un par de semanitas de relax en uno de los lugares que más me gustan para pasar unas vacaciones tranquilas;  buenas temperaturas, un paisaje de admirar, largos paseos, unos lugares de encanto… Con decir que ésta era la décima vez que volvíamos a la isla creo que lo he dicho todo.
 
Hay quien podría decir: “¡Otra vez!”, pero de todas formas siempre hay algo que nuevo que descubrir en la isla. Desde sitios muy poco conocidos como el Mirador de Guinate, desde donde se pueden ver totalmente gratis unas panorámicas de la isla de la Graciosa que no desmerecen en nada a las oficiales del Mirador del Río (previo pago al Cabildo, of course), hasta el pequeño pueblecito de Las Breñas con unas vistas impresionantes de Timanfaya, pasando por la costa norte de Arrieta, Punta Mujeres y Orzola, o lo que me gusta especialmente: dejarme llevar por las carreteras que se entrecuzan por el Parque Natural de los Volcanes y la Geria, con su variedad de arenas, lavas, cráteres… ¡Todo un espectáculo de la Naturaleza!


Y ya puestos, un poco de gastronomía canaria: además de la típica vieja con sus papas arrugás con mojo verde y vino blanco de la isla, qué mejor que probar unas torrijas de gofio (por fin este año me he quitado la txirrinta (antojo) –que decimos por aquí-  y las he podido catar en Casa Arraez, en Orzola, que el año pasado fuimos y estaba cerrado).

Y toda la tranquilidad del mundo. Este año más porque el turismo ha bajado… y se nota un montón.

Bueno, y ahora a la rutina veraniega: leer, oír música, ir de marcha (¡caminando!, no de la otra), algo de fotografía, ver series y pelis, siestita, cocina creativa, blogs e Internet, txakolineo…, pues eso, a pasar bien lo que queda de las vacaciones.


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