Ha
muerto Néstor Basterrechea, uno de
los más grandes artistas vascos de los últimos tiempos.
Lo conocí
personalmente en su caserío-taller de Urdanibia en las faldas del monte
Jaizkibel, en Hondarribia. Fuimos de la Escuela de Magisterio de visita de estudios, que se decía, pero
en realidad más que conocimiento, lo que me llevé de allí fue una manera nueva
de ver y entender el arte vasco, la escultura en concreto, ya que todo lo que
nos transmitió Néstor Basterrechea
sobre la concepción y el tratamiento escultórico de la mitología vasca dejó una
gran huella en mí.
Allí
tuvimos la oportunidad de conversar con él y entender la Cosmogonía Vasca que
planteaba desde sus esculturas tratando de recoger y plasmar toda la tradición oral
de los mitos y leyendas de Euskal Herria desde una perspectiva actual y
moderna.
Desde
entonces siempre he seguido, más o menos, su obra, ya que al ser un artista
multidisciplinar (escultura, pintura, cine, fotografía, diseño, ilustración…)
su trabajo se ha desarrollado en muchos campos y lugares y no siempre he tenido
la ocasión de contemplarlo.
Supongo que ahora, tras su muerte, ya habrá quien organice alguna retrospectiva de su tan variada obra.
Supongo que ahora, tras su muerte, ya habrá quien organice alguna retrospectiva de su tan variada obra.
Yo,
mientras tanto, tengo la suerte de poseer una de lo que podríamos llamar sus
“obras menores”, una fotografía autografiada de la serie “Plumas” (ver foto), cuya
historia merece capítulo aparte.
¡Se ha
ido el artista, pero nos queda su obra!
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