28 ago 2014

TORMENTAS DE VERANO

Las tormentas de verano, como su nombre indica, son algo innato a la estación. Se levantan de improviso, aunque en ocasiones se hacen anunciar con grandes nubarrones y truenos que retumban desde lo lejos y se van oyendo cada vez más a medida que se acercan. También hay otras que surgen casi de improviso, sin algaradas que las anuncien; se concentran las nubes y descargan, de repente, el consiguiente aguacero, sin más, sin avisar.


¡A quién no le ha pillado una tormenta de verano al aire libre! Quizás lo importante del momento, mas bien, no es el cuándo sino el dónde te pille. Porque  no es lo mismo que te pille el chaparrón estando en la playa, en donde por lo menos tienes algunos elementos que te pueden ayudar a sobrellevarlo (toallas, sombrillas, colchonetas…) o en un entorno urbano en donde portales, comercios, balcones, toldos, etc,  te pueden cobijar hasta que la tormenta haya pasado. Lo peor que te puede suceder es que la tormenta te coja en pleno descampado, sin ninguna protección.


En mis marchas diarias de Zarautz a Getaria por la carretera de la costa, alguna que otra de ésta últimas ya me ha pillado, con un resultado obvio: totalmente empapado.

La última vez que me ha pillado una tormenta por ese paseo este verano, hace unos días,  tuve la suerte de estar a la altura del segundo túnel (de los tres únicos que hay en los casi cuatro kilómetros que separan ambas localidades) y aunque es para la circulación de vehículos, estaba cerrado al tráfico por obras, pudiendo resguardarme en él hasta que pasó lo mayor del aguacero.


No le pasó lo mismo al insecto que fotografié a la vuelta, el cual –pobrecillo- tuvo que soportar todo el chaparrón a la intemperie en el pretil de la carretera, con los resultados que se pueden apreciar en la fotografía. 


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