Ayer
estuvimos en Logroño celebrando las Bodas de Oro de unos de mis tíos. Es algo
que se dice muy fácil, Bodas de Oro, cincuenta años, pero que, deteniéndonos un
momento a pensar, conlleva un gran significado.
En una
sociedad actual en la que todo se hace y vive de prisa, en la que parece que
todo está hecho para usar y tirar en cuanto nos aburrimos de ello, en los que
el cambio de pareja es un acto cada vez más frecuente, cincuenta años de vida
en común, de amor, de compartir, de sobrellevar momentos buenos y malos, de
relación cotidiana, de familia, es un periodo muy largo y que merece tenerse en
consideración y valorarse significativamente.
Allí
estuvimos casi toda la familia alrededor de la pareja, hijos, nietos, yernos y
nueras, hermanos, sobrinos…; faltaron algunos que por edad y diversas circunstancias
de salud principalmente no se pudieron desplazar y los que ya nos han
abandonado para siempre, y que se encontraban en espíritu, y así pasamos un día
de celebración que ya pocas familias pueden disfrutar.
Tuvimos Misa, comida, regalos, fotos, brindis... un día especial, como se merecía.
Esperemos
que nosotros también podamos hacerlo.
Las Bodas de Plata ya las celebramos (ver blog) asi que sólo nos faltan sólo 18 años para las de
Oro; a ver si hay salud para llegar y tenemos otro día memorable.
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