27 jun 2015

LAS BATALLAS DEL ABUELO (4): EL TÚNEL

Cuando, por estas fechas, la señorita Micaela, nuestra profesora de lo que hoy en día sería el equivalente a Educación Primaria, nos daba las vacaciones de verano, empezaba para toda la chavalería del barrio nuestro periodo de aventuras estivales.

Teníamos por delante un par de largos meses en los que cada día representaba una oportunidad para descubrir cosas, jugar,  realizar actividades en la naturaleza y, ¡cómo no!, vivir aventuras.

Una de las aventuras clásicas más importantes consistía en cruzar el túnel del ferrocarril minero de Arditurri que atravesaba el subsuelo de nuestro barrio Alaberga, en Rentería, para ver la luz en la vaguada de Sorgintxulo que daba al puerto Pasajes en donde descargaba el mineral transportado.

Para nosotros, unos chavales en aquella época (principios-mediados de los años 60), el cruzar el túnel suponía un reto muy importante que se sopesaba, se planificaba y se preparaba con meticulosidad.

Una de las cuestiones a tener en cuenta para poder realizar la hazaña era la de proveerse de iluminación, ya que el túnel era negro, totalmente oscuro y ni siquiera se podía adivinar su final, puesto que no se veía ni una mísera luz al otro lado. Y eso que a posteriori he comprobado que su longitud no era excesiva: 225 m (*); creo que en realidad el túnel describía un ligera curva lo cual impedía que se viese la salida desde cualquiera de las dos entradas al mismo.

En ocasiones conseguíamos alguna linterna de pilas, pero no era lo más habitual. Lo más normal era recoger en los prados del barrio los tallos más largos de la gramíneas secas por el estío y hacer con ellas unos hatos, a los que, una vez en el túnel, prendíamos fuego a modo de antorchas para ayudarnos a ver dentro de las inmensidades negras y poder seguir las vías sin meternos en la cantidad de charcos que había en su interior.

Otra de las cuestiones era el temor a que nos sorprendiese el tren dentro del túnel, pero a decir verdad, es algo que no nos sucedió nunca, tal vez porque en la época en la que nos aventurábamos ya había dejado de funcionar (esto es algo que está neblinoso en mi memoria puesto que yo creo haber visto el tren en circulación, aunque por las fechas en las que oficialmente dejó de funcionar (*) todavía andábamos de aventuras por su recorrido).
El túnel del ferrocarril de Arditurri en Alaberga (Sorgintxulo), una aventura y una prueba de valor de la chavalería que se repetía todos los veranos.

Estoy seguro de que ninguno de los niños de hoy en día es capaz de imaginar y sentir lo que, con su misma edad, vivíamos aquellas vacaciones estivales en el túnel.

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