Prácticamente
todos los días que salgo a caminar me llevo la cámara fotográfica. Me gusta
hacer fotos, y he comprobado que en muchas ocasiones que no llevaba la cámara encima me he quedado con las ganas de haber
sacado alguna foto que se me “cruzó” en determinados momentos, y que perdí
precisamente por no haberla cogido.
Partiendo
de la base de que cada foto es única, que captura un momento irrepetible y muy
concreto de la realidad que nos rodea, es cierto que muchas fotos se pueden
“planificar”, sobre todo aquellas que tienen un motivo, digamos, fijo (léase un
monumento, una escultura, un paisaje determinado…) ya que podemos tener en
cuenta una serie de parámetros (luz, hora del día, posición del sol,
perspectiva…) antes de darle al disparador en función de la fotografía que
tenemos en mente, ya que muchas fotos las sacamos primeramente en la cabeza
antes de capturarlas con la cámara fotográfica.
Pero en
otras muchas ocasiones todos esos parámetros, más o menos previsibles, saltan
en pedazos y no son aplicables porque se nos presenta la oportunidad de sacar
una fotografía en escasos segundos, pasados los cuales, esa imagen que nuestra
mente y nuestro ojo habían captado se ha esfumado en un instante. Es sacar la
cámara y disparar sin casi tiempo para encuadres, zooms y demás gaitas:
Se
trata de capturar la instantánea.
Gracias
a la fotografía digital, más adelante vendrán, si la foto ha salido “decente”,
los posibles retoques que por medios técnicos y programas de tratamiento de
imagen en el ordenador, nos permitirán “pulir” la foto.
Las
fotos que acompañan este post son tres instantáneas de esas que he citado; en
la de las nubes el efecto de color duraría dos minutos a lo sumo, mi primera
intención tras sacar un par de fotos del efecto fue llegarme hasta la escultura
“La Dama”, a escasos 200 m, para fotografiarla en
primer plano con las nubes de fondo, pero ya no medió tiempo, el efecto se
esfumó dejando unas nubes grises de lo más normales. En la foto del arco iris
sucedió algo semejante, me pilló el chaparrón tormentoso, y cuando pude
refugiarme en los soportales del Malecón, apareció el arco iris otro par de
minutos. En la foto de la mariposa seguro que batí el record ya que únicamente
tuve unos 20 segundos para sacar la cámara del bolsillo, encenderla, acercarme
un poco y disparar. Luego salió volando y aunque la estuve siguiendo durante un
rato ya no tuve otra oportunidad de fotografiarla.
Así que
seguiré saliendo con la cámara en el bolsillo, que aunque no sea gran cosa -es
una Sony automática- me permite tomar instantáneas.
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Cielo rojo al anochecer en Zarautz
Arco iris en el Malecón
Mariposa pavo real en el Biotopo de Iñuriitza
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18 feb 2017
INSTANTÁNEAS: El momento oportuno
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