Si me
lo cuentan por anticipado me hubiese sido difícil creerlo.
Desde
siempre yo había asociado el entorno natural de las ardillas con vegetación exuberante, árboles, bosques, pero,
desde luego, nunca con paisajes subdesérticos o volcánicos, cual es el caso de
Fuerteventura.
O sea
que cuando me encontré con multitud de estos pequeños roedores por todas las
partes de la isla, aluciné en colores y se me rompieron muchos esquemas.
La ardilla moruna actualmente residente en
Fuerteventura es una especie invasora procedente de la cercana África, que se
ha adaptado perfectamente a la morfología de la isla y que, al carecer de
depredadores naturales, ha medrado de tal manera que ha llegado a convertirse
en una plaga para el entorno y la fauna nativa.
En la actualidad se calcula que hay más de un millón de ejemplares de ardilla moruna en Fuerteventura adaptados a todos los hábitats de la isla, por lo que su erradicación es ya prácticamente imposible.
Si
además tenemos en cuenta que dada su imagen “entrañable”, que hace que los
turistas las alimenten de manera indiscriminada (es habitual verles con bolsas
de cacahuetes dándoles de comer de la mano) y su “descaro” para con las
personas (se plantan delante de uno en cualquier lugar a la espera de algo de
comer), no es de extrañar que las
ardillas vivan tranquilamente y no tengan ningún problema para su
reproducción.
Pero,
¡ojo!, es que además son peligrosas por su mordedura ya que pueden propagar
algunas enfermedades al ser humano, algunas verdaderamente graves.
Tan
entrañables, pero… ardillas invasoras y peligrosas.
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18 mar 2017
ARDILLAS INVASORAS
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