Anoche, efectuando una de mis incursiones vikingas musicales, estuve
en Logroño viendo a PLACEBO.
En circunstancias habituales, al igual que en conciertos anteriores, habría
hecho un comentario general sobre lo visto y oído y ahí hubiera quedado todo.
Pero en esta ocasión, lo que quiero comentar no va directamente sobre
el concierto, que por cierto estuvo francamente bien, sino sobre las
circunstancias que lo rodearon:
1.-
Desplazamientos:
Para empezar, ya he dicho que era en Logroño, con lo que para los que
nos movemos en coche desde Zarautz (Gipuzkoa) era parte muy importante. A
destacar que prácticamente todo el recorrido, exceptuando el primer tramo
guipuzcoano de unos 20 km
por autopista, se realizó por autovías de uso público (la A15 y la A12) en perfecto
estado y sin costes.
2.-
Aparcamiento:
Este suele ser uno de los principales caballos de batalla a la hora de
realizar un desplazamiento en coche particular ya que dejar el coche supone en
muchas ocasiones una odisea tanto de buscar lugar, como de tiempo, como de
coste; pues bien, en el caso del concierto de ayer ningún problema. Alrededor
del Palacio de Deportes de la Rioja hay cantidad de espacio para aparcar y
completamente gratuito. Con decir que aparqué a escasos quince metros frente a
la puerta de entrada…
3.-
Las instalaciones:
Uno, en más de cuarenta años de conciertos, ha visto de todo en lo
referente a las instalaciones en las que se celebran los conciertos, desde
campas al aire libre, pasando por polideportivos, velódromos, campos de fútbol, patios de escuelas,
discotecas,… y hasta en plazas de toros, pero he de comentar que el de ayer, el
Palacio de los Deportes de la Rioja, es
quizás el que más me ha gustado.
Una disposición singular de las gradas, asientos relativamente
cómodos, un aspecto de limpieza y modernidad, una buena sonoridad (muy
importante para esta clase de eventos), una localización con buenos accesos…
Resumiendo, un lugar que más de una ciudad quisiera para cualquier tipo de actividades,
sean deportivas, musicales o culturales. ¡Chapeau!
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