No puedo dejar de asombrarme por esos pequeños nidos que los pajarillos urbanos de nuestros barrios y pueblos construyen en las ramas de los árboles de nuestras avenidas y paseos.
Nidos
que quedan a la vista de los paseantes, en toda su desnudez, una vez que el
invierno ha despojado de hojas las arboledas.
Nidos
que son capaces de resistir, aguantando férreamente, todo tipo de inclemencias
meteorológicas adversas. Ni vientos huracanados, ni granizos, ni tormentas, son
capaces de tirarlos al suelo.
Me
admira que en ocasiones, como en los recientes temporales que hemos sufrido por
esta zona durante los dos últimos meses, los vendavales que, por ejemplo, han
derribado de raíz un par de árboles de una alameda cercana a mi casa, hayan
sido incapaces de tirar pequeños nidos distantes a escasos 100 metros de dichos
árboles derribados por los fuertes vientos.
¿Qué tipo de ingeniería arborícola emplean nuestros pájaros urbanos en la construcción de sus nidos?
Debe de ser algo muy singular. ¡Y resistente!
¿Qué tipo de ingeniería arborícola emplean nuestros pájaros urbanos en la construcción de sus nidos?
Debe de ser algo muy singular. ¡Y resistente!
Ya va
quedando menos para que los hoy en día abandonados nidos expuestos a la
intemperie, una vez despunte la primavera y broten las hojas en los árboles, se
vean de nuevo ocupados y desaparezcan de nuestra vista.
Mientras
tanto, si levantamos la mirada hacia las peladas ramas, los seguiremos viendo
resistiendo contra viento y marea.
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