7 jul 2018

EL REVERSO DE LAS FOTOS


Hubo un tiempo en el que las fotos no se concebían más que impresas en papel fotográfico (tipo cartulina pero con ínfulas y brillo).

Además de la imagen que aparecía en el frontal de la foto, el reverso lo solíamos utilizar para escribir, a mano, datos varios relativos a la fotografía en cuestión como la fecha, el lugar o quienes aparecían en ella.

Hoy en día, dado el auge de la fotografía digital, nuestras fotos tomadas con cámaras digitales, teléfonos móviles y smartphones, tablets y demás, la fotografía en papel está cada vez más reducida.

Yo, siendo aficionado a la fotografía, y sacando muchas fotos, reconozco que paso muy pocas de ellas a papel; a lo sumo suelo mandar imprimir álbumes de fotos de vacaciones.

Por ello, el reverso de las fotos es algo que sólo puedo ver en álbumes antiguos de las fotos en papel que tengo por casa.

Sin embargo, me suelen quedar ganas de escribir unos apuntes en lo que sería el reverso de muchas de esas fotografías digitales que suelo sacar, tal como lo haría si fuesen fotos analógicas.

Voy con algunas de ellas.



Tengo la suerte de que mi casa da al oeste y tiene unas vistas bastante despejadas dentro de lo que cabe.
Esto hace que muchos días las puestas de sol suelan resultar espectaculares. Tanto es así que, de manera regular, suela tirar de cámara para registrarlas e irlas guardándolas en una carpeta ad hoc que tengo en el ordenador.
En la foto una vista de diciembre de 2013.


He localizado en un jardín público, al lado de mi barrio, un álamo blanco en cuya base del tronco de vez en cuando suelen aflorar unas setas. 

El problema para fotografiarlas estriba en que, al tratarse de un lugar muy transitado, enseguida suelen aparecer deshechas, pisadas o aplastadas (¡falta de educación ecológica!), por lo que el sacar una foto suele ser cuestión de mucha suerte.
Tras la foto de este pequeño pajarillo que parece estar posando, hay casi tres semanas de seguimiento y espera hasta conseguir la foto que se muestra. Se trata de un ave que acostumbra a posarse sobre las ramas secas de las flores de varias yucas que se encuentran en el Golf de Zarautz junto a la pasarela peatonal sobre las dunas. Al ser muy asustadiza y nerviosa, y con el trasiego de personas por las inmediaciones, cada dos por tres, cambiaba de rama o se alejaba sin llegar a dejarme fotografiarla. Pero como dice el refrán: “quien la sigue y la persigue, la consigue”. Y así fue.



Esta foto podría llamar la atención -dentro de lo normal en la fotografía de insectos- si no fuera porque se trata de una clase de insecto que sólo he visto en un lugar concreto y determinado  de Canarias: en los aledaños de Las Coloradas en Playa Blanca (Lanzarote), en el mismo jardín y con una diferencia de un año desde la visión anterior que no pude fotografiar.

¡Dos veces, en dos años y en el mismo sitio! Curioso.

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