Hubo un
tiempo en el que las fotos no se concebían más que impresas en papel
fotográfico (tipo cartulina pero con ínfulas y brillo).
Además
de la imagen que aparecía en el frontal de la foto, el reverso lo solíamos
utilizar para escribir, a mano, datos varios relativos a la fotografía en
cuestión como la fecha, el lugar o quienes aparecían en ella.
Hoy en
día, dado el auge de la fotografía digital, nuestras fotos tomadas con cámaras
digitales, teléfonos móviles y smartphones, tablets y demás, la fotografía en
papel está cada vez más reducida.
Yo,
siendo aficionado a la fotografía, y sacando muchas fotos, reconozco que paso
muy pocas de ellas a papel; a lo sumo suelo mandar imprimir álbumes de fotos de
vacaciones.
Por
ello, el reverso de las fotos es algo que sólo puedo ver en álbumes antiguos de
las fotos en papel que tengo por casa.
Sin
embargo, me suelen quedar ganas de escribir unos apuntes en lo que sería el
reverso de muchas de esas fotografías digitales que suelo sacar, tal como lo
haría si fuesen fotos analógicas.
Voy con
algunas de ellas.
Tengo la suerte de que mi casa da al oeste y tiene unas vistas bastante despejadas dentro de lo que cabe.
Esto hace que muchos días las puestas de sol suelan
resultar espectaculares. Tanto es así que, de manera regular, suela tirar de
cámara para registrarlas e irlas guardándolas en una carpeta ad hoc que tengo
en el ordenador.
En la foto una vista de diciembre de 2013.
He localizado en un jardín público, al lado de mi barrio, un álamo blanco en cuya
base del tronco de vez en cuando suelen aflorar unas setas.
El
problema para fotografiarlas estriba en que, al tratarse de un lugar muy
transitado, enseguida suelen aparecer deshechas, pisadas o aplastadas (¡falta
de educación ecológica!), por lo que el sacar una foto suele ser cuestión de
mucha suerte. |
Tras la
foto de este pequeño pajarillo que parece estar posando, hay casi tres semanas
de seguimiento y espera hasta conseguir la foto que se muestra. Se trata de un
ave que acostumbra a posarse sobre las ramas secas de las flores de varias
yucas que se encuentran en el Golf de Zarautz junto a la pasarela peatonal
sobre las dunas. Al ser muy asustadiza y nerviosa, y con el trasiego de
personas por las inmediaciones, cada dos por tres, cambiaba de rama o se
alejaba sin llegar a dejarme fotografiarla. Pero como dice el refrán: “quien la
sigue y la persigue, la consigue”. Y así fue.
Esta
foto podría llamar la atención -dentro de lo normal en la fotografía de
insectos- si no fuera porque se trata de una clase de insecto que sólo he visto
en un lugar concreto y determinado de Canarias: en los aledaños de Las Coloradas en Playa Blanca (Lanzarote), en el
mismo jardín y con una diferencia de un año desde la visión anterior que no
pude fotografiar.
¡Dos veces, en dos años y en el mismo sitio! Curioso.
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