12 may 2019

LAS BATALLAS DEL ABUELO (14) Mis pelos, historia y evolución

Tengo la cabeza grande, bastante grande; con decir que suelo tener dificultades para encontrar mi talla a la hora de comprar gorras y sombreros (XL, de 61 cm) creo que doy una imagen aproximada del tamaño. Esto hace que tenga –o haya tenido, que el tiempo no pasa en balde- una superficie capilar  muy extensa.

Y de eso voy a hablar, de mis pelos.

Como todos los chavales de mi época el flequillo fue mi seña de identidad y mi peinado durante muchos años, hasta que al comienzo de la adolescencia me incliné por la raya a un lado. Ahí empezaron mis problemas ya que con el pelo me crecía una onda en el centro de la frente que me traía por la calle de la amargura. El peluquero intentaba ponerme la raya a la izquierda, y ¡ni por esas!, a la derecha, mejoraba algo. 

O sea que ahí anduve con mi melena adolescente pegándome con la dichosa raya y la onda hasta que llegué a la mili; allí terminaron mis problemas, porque me metieron una rapada al cero que tardó tiempos en levantar cabeza.

Licenciado del servicio militar afinqué mi forma de peinerme, no muy corto, con la raya a la derecha. La última vez que pisé una peluquería fue para el peinado de mi boda, ya que a partir de entonces he tenido la suerte de tener la peluquera en casa.

Desde muy joven las canas, hicieron acto de presencia y para la treintena estaba canoso y gris casi total, aumentando el pelo blanco en gran manera, que hasta a veces me daba risa/rabia que algunos niños pequeños en la escuela me llamasen “¡aitona!" (abuelo) por mi pelo blanco en la cuarentena-cincuentena.

Hoy en día hay otros problemas: la línea de la frente se bate en retirada, las entradas se fiordizan, el raleo se afianza y el “helipuerto” aumenta en extensión, o sea… como dirían respecto a mi calvicie en una teleserie que me encanta , “winter is coming”.

No hay comentarios: