25 abr 2010
MEJILLONES VIAJEROS
Si nos paramos a pensar un poco, no hay ninguna imagen mejor para reflejar la idea de algo estático e inamovible que una roca. Si ésta, además, se encuentra a orillas del mar, imaginarla cubierta de mejillones incrustados a su superficie tiene un plus añadido: roca y mejillones, el no va más de la quietud y de la falta de movimiento.
Sin embargo, como se puede apreciar en las fotografías, los mejillones no están muy conformes con su suerte estática, y ya puestos, se lanzan a la aventura; son capaces de colonizar otros espacios y medrar en soportes móviles flotantes que les lleven a visitar otros mundos a lo largo y ancho del océano. Claro que a veces, estos viajes acaban mal; al igual que los turistas humanos pueden tener -y tienen- accidentes, naufragios tratándose del mar, y llegan a dar sus últimos suspiros vitales en alguna playa perdida, al sol, deshidratándose hasta la muerte.
No nos pongamos trágicos.
Lo cierto es que en multitud de ocasiones, estos mejillones viajeros naufragan en la playa de Zarautz, arrastrados por las corrientes marinas y las mareas, habiendo usado para sus desplazamientos una variedad de naves flotantes que sorprenden por su originalidad. En las fotos las naves transportadoras son troncos y ramas, pero he llegado a ver mejillones viajeros adheridos a latas, a botellas, a botes plásticos de todo tipo, a tablones, a cuerdas y sogas, incluso a botas de goma que algún pescador perdió en no se sabe que lucha con la galerna y el mar…
La pena es que esta clase de mejillón viajero no debe de ser comestible, porque nunca he visto a nadie recolectarlos. En caso contrario…Um!!!
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