Todos esos pajarillos que alegran nuestras ciudades y pueblos guardan celosamente su intimidad. Aunque los veamos moverse con total naturalidad por nuestros parques y jardines, suele ser muy difícil ver dónde viven o anidan; sin embargo, una vez llegado el invierno, cuando la naturaleza ha despojado totalmente a los árboles de la capa de hojas que protege su intimidad, podemos ver los nidos vacíos, abandonados, a la intemperie, ya que se recortan vivamente contra el cielo.
En poco tiempo, en cuanto la primavera comience a verdear en esos árboles y nazcan las nuevas hojas protectoras, los pájaros volverán a reconstruir los nidos y anidarán dando cobijo a una nueva generación de aves que seguirá animando nuestras calles.
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