Una de
las tradiciones ancestrales que persiste en el País Vasco consiste en colocar
una eguzkilorea
en la puerta de la vivienda del caserío, representando al Sol para evitar que
las criaturas maléficas de la noche (genios, brujas, malos espíritus) penetren
en el interior de las viviendas y afecten a sus moradores, y para proteger el
edificio de la caida del rayo y las tempestades.
Existen
varias explicaciones para tal creencia, recogidas por el eminente antropólogo Jose
Miguel de Barandiarán, y que ya recogí en un post del blog colaborativo Mitologia y Leyendas con el nombre de “Eguzkilorea, la flor del sol”.
Pero en esta ocasión no quiero
referirme a los orígenes, sino a su situación actual.
La eguzkilorea
(ajonjera, carlina acaulis), es una planta que se encuentra en los prados de las montañas a
cierta altura en Cantabria, Pirineos y País Vasco, y que hoy en día, es cada vez más difícil de ver y encontrar.
Quizás sea debido a ello por lo que, quien pretendiendo mantener la ancestral costumbre de colocarla a la puerta de su caserío, y no hallándola en su medio habitual, haya optado por su sustitución por una artificial y más perdurable, como es el caso de la eguzkilorea que se puede observar en las fotografías que acompañan al post.
Quizás sea debido a ello por lo que, quien pretendiendo mantener la ancestral costumbre de colocarla a la puerta de su caserío, y no hallándola en su medio habitual, haya optado por su sustitución por una artificial y más perdurable, como es el caso de la eguzkilorea que se puede observar en las fotografías que acompañan al post.
Una eguzkilorea
metálica, pero que sigue manteniendo la tradición, aunque, eso sí,
actualizada.
(a la derecha, eguzkilorea metálica en un caserío de Zarautz -Gipuzkoa-)
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