Los que
vivimos en localidades costeras -como es mi caso en Zarautz- estamos
habituados a ver los espectáculos que la
mar nos brinda, sobre todo si acostumbramos a caminar por el malecón o el paseo
marítimo hasta Getaria. Eso no quita para que sigamos asombrándonos por su
potencial y energía.
Podemos
ver grandes oleajes rompientes sobre las rocas, el mar llano y plano como la
superficie de un plato, olas saltando por encima de las escolleras del puerto y
atravesando el paseo hasta llegar a los bares y cafeterías del pueblo
anegándolos de arena, espumas batidas por las olas de los vertidos de grasas de
las embarcaciones que han atravesado nuestro litoral, mareas vivas en las que
podemos observar el fondo marino que normalmente queda oculto a la vista del
caminante y que nos permiten además entrar andando hasta el puerto, galernas en
las que es necesario cortar la carretera de la costa ante el embate del mar…
Pero
entre todos ellos hay un efecto que, sin ser especialmente espectacular, me
suele llamar la atención y me gusta especialmente. Es lo que yo denomino “humo de olas”. Se produce por la
conjunción de dos elementos: un fuerte viento del sur y olas altas de fondo de
un par de metros o más. En estas circunstancias, el viento hace que al romper
la ola, la espuma que se genera se eleve por encima del agua produciéndose un
efecto de vapor de agua, de “humo” blanco, que persiste durante bastante tiempo
y da un efecto de neblina sobre el oleaje y el mar.
Un
efecto en verdad curioso.
En el
montaje fotográfico se pueden ver algunos momentos del “humo de olas”, aunque
al estar sacadas las fotos con mi mp4 de baja resolución no se aprecia muy bien
el efecto.
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