En
nuestro planeta Tierra, sin que prácticamente nos demos cuenta, se está
lidiando desde tiempos inmemorables una guerra entra el Mar y la tierra. Una
guerra sorda en la que el poder de erosión de las aguas hace que la tierra
retroceda a expensas del ataque de las olas.
En esta
guerra los seres humanos hemos tomado parte, y nos hemos puesto al lado de la
tierra, ya que en ella realizamos la mayor parte de nuestras actividades, y así
hemos reforzado barreras contra las aguas por medio de puertos, diques,
malecones, carreteras costeras, escolleras…
Pero da
igual, en el fondo todos sabemos que vamos a seguir librando batallas en
nuestra guerra contra el Mar y que llevamos siempre las de perder.
En
Zarautz la última de estas grandes batallas tuvo lugar en marzo, cuando un gran
temporal se abatió contra nuestra localidad, destrozando el puerto, el Malecón
y los establecimientos hosteleros que en él se encuentran, el paseo marítimo
hacia Getaria, y se llevó todas las dunas costeras junto a la zona del golf y
el camino que las atravesaba, así como cantidades ingentes de arena de la playa
(ver
blog).
Tras
este embate, en el que resultó ganador el Mar, nos hemos dedicado a curar y
restaurar las heridas producidas, pero se puede decir que ya se ha logrado. Han
quedado cicatrices, pero era y es inevitable.
Poco a
poco se han ido arreglando todos los destrozos producidos por el Mar, empezando
por las cafeterías, y siguiendo por el suelo del Malecón, el nuevo puerto, los
centenares de metros de nuevo vallado y pretiles del camino a Getaria, el
arreglo de las esculturas del paseo, incluso el aporte de millones de metros
cúbicos de arena traídos para recuperar la playa…
Lo último
ha sido el camino que trascurre sobre las dunas y el golf. Las dunas han sido
una de las víctimas de la batalla, ya que no se pueden reponer de manera
natural; habrá que esperar y ver si con el tiempo se regeneran, pero se trata
de un proceso muy largo. Sin embargo el camino que las atravesaba ha sido
renovado “comiéndose”, eso sí, un gran trozo de las superficie dunar del golf.
Y es de reconocer que ha quedado muy bonito.
Acabamos
de lamernos las heridas y curarlas en gran medida. ¡Ah! Pero no tenemos que
olvidar que la guerra continúa.
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