Hace
casi 20 años desde la última vez que fui a ver el circo y durante este tiempo
tengo constancia de que las cosas han ido cambiando en ese mundo tan
particular.
Quizás
la principal ha sido la desaparición de los números con animales. Aquellas jaulas
con leones y tigres saltando a chasquidos de látigo, los caballos girando
alrededor de la pista de un lado para otro, los chimpancés subiéndose a los
espectadores de las sillas de pista, perros saltarines disfrazados… todo eso ha
quedado relegado a la memoria de los espectadores más antiguos del circo
primigenio.
El
circo, hoy en día, es ya otra cosa, y se va adaptando y adecuando a los nuevos
tiempos y a los lugares en los que tiene que actuar. Un ejemplo:
Estos
días tenemos el Circo Italiano
instalado en Zarautz, un modelo de adecuación al contexto en el que se mueve y
a la nueva realidad circundante.
Teniendo
en cuenta que, aunque las actuaciones cirquenses tienen un lenguaje universal
que no necesita de palabras (malabaristas, trapecistas, acróbatas…) para ser
entendidas, no pasa lo mismo con sus
presentaciones, y que además en este pueblo se enfrentan a un público
mayormente euskaldun, este circo hace las presentaciones de las actuaciones en
euskera. En esta ocasión son grabadas, ya que el payaso que las relataba en
directo no ha podido acudir este año, pero el hecho es que la lengua de
comunicación con los niños y niñas de Zarautz desde el circo es en euskera.
Por
otro lado señalar que toda la publicidad que han desplegado en el pueblo y en
la zona está únicamente y exclusivamente redactada en euskera, con lo que el
acercamiento al público vasco es más directo.
Y,
¡como no!, con la opción de conectarse online para comprar las entradas a
través de su página web en Internet.
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