Quizás
lo más exacto sería decir que movía las piezas en el tablero en un intento,
casi siempre vano, de ganar alguna partida a mi hermano (él asegurará que nunca
logré vencerle), pero lo cierto es que disfrutaba con el juego.
Más
tarde abandoné este juego/deporte y me dediqué a otras especialidades más
acordes con la etapa adolescente en la que me sumergí, propia de aquellas
épocas, como el ping-pong o el billar.
De
todas formas, siempre he tenido una especial deferencia hacia el ajedrez,
aunque desde aquellos tiempos de preadolescencia no haya vuelto a sentarme
delante de un tablero ni a disputar una partida con nadie.
Si
comento este tema es porque durante estos días, hoy y mañana, se está celebrando
en la escuela la Primera Fiesta del
Ajedrez Interescolar (I. Eskola Arteko Xake Festa) en la
que me he visto inmerso en cierta manera.
Si bien
parte de la organización ha corrido a cuenta de la sección de Ajedrez del Zarautz Kirol Elkartea, el grueso de la
misma ha estado a cargo de la escuela, en especial de la profesora Arrate
Ugalde, quien ha llevado desde el principio las riendas del tema.
Yo
también he puesto mi granito de arena –desde el área informática, ¡cómo no! -
ayudándoles a crear la página web desde la que se han gestionado las
inscripciones de los chavales, y montando la imagen que ha servido para
anunciar el evento.
Esta
mañana, cuando he pasado por la escuela a twittear con fotos lo que estaba
pasando en el momento, y he visto todas las mesas preparadas para las partidas
de ajedrez entre los chavales, he de reconocer que he sentido cierta morriña.
A ver
si me animo y echo alguna partida.
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